El músico y compositor, quien dedicó más de 60 años a la música, falleció este jueves a los 84 años dejando un legado imborrable. A lo largo de su carrera, desde los primeros acordes con Vox Dei hasta sus últimos proyectos, Quiroga demostró que su pasión por el rock no conocía de pausas ni olvido, convirtiéndose en una leyenda viviente, cuya vigencia perdurará por siempre.
Contaba que su primer guitarra la consiguió a los 9 años en algún boliche de Virreyes, donde paso su adolescencia. Una criolla que le cambio a un parroquiano por una botella de vino. De ahí pasó a garabatear sus primeras canciones folclóricas como una continuación natural.
Pero llegaron los 60’ y con ellos toda la explosión británica que tenía por ariete a los Beatles y a los Rolling y el futuro de zambas telúricas se tornó en MATCH 4 , su primer banda de rock en serio, alla por 1967 junto a Rubén Basoalto, Ricardo Soulé y Juan Carlos Godoy, cantando canciones en inglés, agarrando al bajo como su instrumento y cambiando lugar con Soule, quien se haría cargo de la guitarra .
La leyenda dice que fue el flaco Spinetta quien los convenció de que cantaran en castellano, y que en las oficinas de Mandioca, el sello de Jorge Álvarez, mientras leía un libro decidió que el nuevo nombre de la banda seria Vox Dei.
Y desde ahí no paro nunca más. Ni aun cuando Vox Dei se disolvía en los laberintos del ego y las disputas legales por el nombre, porque en esos intervalos surgirían “Destroyer”, “Willy Quiroga Vox Dei”, “Willy Quiroga proyect”… fiel a sus propias palabras “sigue siempre adelante sin mirar atrás, total que te importa un escollo más. Trata siempre de ubicarte en el primer lugar, que a nadie le interesa si quedas atrás” (“Total que” 1970 – Álbum “Caliente”)
Willy Quiroga se fue de este mundo a los 84 años, con más de 60 de trayectoria en la música. En todos los portales de noticias del país se puede leer algo así como “falleció la leyenda del rock nacional”, tal vez con un dejo reverencial respeto. Pero se equivocan.
La acepción más cercana a este adjetivo que me viene a la memoria es “persona muy admirada, que se recuerda pese al paso del tiempo” y por eso digo que se equivocan. Porque Willy no era recordado o admirado solamente por los viejos logros con Vox Dei. Tal vez para los que están más preocupados por lo que una trapera le pregunto a la diva de los teléfonos, haya sido así. Pero para nosotros no.
Quienes lo amamos con idolatría sabemos que Willy Quiroga estuvo activo siempre, hasta hace algunos días nada más, grabando con Ricardo Mollo, y bajándose de los escenarios solo cuando el cuerpo le dijo basta. No es el recuerdo de un mito, sino la vigencia de un pionero del rock nacional que amaba tanto la música al punto de considerar cada uno de sus temas como un hijo, en sus palabras.
Por eso sostengo que se equivocan. No murió la leyenda del rock nacional. Murió el hombre, el ser humano, el músico. Pero la leyenda acaba de nacer. Y si es verdad que solo muere lo que se olvida, me arriesgo a decir que Willy Quiroga será inmortal, al menos mientras exista quien ame la música que sale del corazón.
Por Gustavo Butticé
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