Cada 25 de noviembre, el mundo se une en una jornada de lucha y reivindicación por los derechos de las mujeres, visibilizando y condenando las múltiples formas de violencia de género que persisten en la sociedad. Esta fecha no solo es una oportunidad para reflexionar sobre la situación que enfrentan millones de mujeres, sino también para exigir medidas concretas en su erradicación.
Un poco de historia sobre este día
La decisión de instaurar el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres se remonta a 1981, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá, Colombia. Durante este evento, se conmemoró el asesinato de las hermanas Mirabal, conocidas como “Las Mariposas”, quienes fueron brutalmente asesinadas en 1960 por la dictadura de Leónidas Trujillo en la República Dominicana. La lucha de estas valientes mujeres contra el régimen, que las llevó a su muerte, sigue siendo un símbolo de resistencia y valentía en la historia latinoamericana.
Más de una década después, en 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, definiendo esta violencia como “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”.
Finalmente, el 17 de diciembre de 1999, la ONU resolvió mediante la resolución 54/134 que el 25 de noviembre sería reconocido como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la gravedad de este flagelo a nivel global.
La situación en Argentina
En Argentina, cada 25 de noviembre se hace un llamado a la acción frente a la creciente violencia de género. Según el informe del Observatorio de Femicidios «Adriana Marisel Zambrano», de La Casa del Encuentro, en el último año se registraron 278 femicidios, 12 trans/travesticidios y 23 femicidios vinculados. Estos números, alarmantes por sí solos, reflejan el sufrimiento de cientos de mujeres y niñas que pierden la vida a manos de la violencia machista. Además, 320 hijos e hijas quedaron huérfanas, de los cuales el 58% son menores de edad.
Ante esta realidad, se hace imprescindible continuar con la implementación de políticas públicas que trabajen en la prevención, asistencia y protección de las mujeres. En 2009, la sanción de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, ha sido una herramienta fundamental en la lucha contra la violencia de género. Esta legislación establece claramente la tipificación de diversos tipos de violencia, entre ellos la violencia sexual, la explotación de la prostitución, la trata de personas, el acoso y el abuso sexual.
La lucha contra la trata y la explotación sexual
Un aspecto central en la lucha contra la violencia de género es la concientización sobre la relación entre la trata de personas, la explotación sexual y la prostitución. Estos fenómenos están intrínsecamente conectados y requieren de una acción conjunta para su erradicación. La trata de mujeres con fines de explotación sexual sigue siendo una de las formas más crueles de violencia que afectan a miles de mujeres, niñas y adolescentes. Por ello, es fundamental seguir impulsando políticas integrales de prevención, persecución del delito y asistencia a las víctimas.
El legado de las hermanas Mirabal
El 25 de noviembre también nos recuerda el sacrificio de las hermanas Mirabal, quienes, como “Las Mariposas”, lucharon hasta el final contra un régimen opresivo, dando su vida por un futuro de libertad y justicia. Como escribió Eduardo Galeano en Los hijos de los días (2012), “En la selva del Alto Paraná, las mariposas más lindas se salvan exhibiéndose. Despliegan sus alas negras, alegradas a pinceladas rojas o amarillas, y de flor en flor aletean sin la menor preocupación… Las mariposas contienen veneno”.
En su memoria, este día se convierte en un recordatorio de que la lucha contra la violencia de género es una tarea de todos. La violencia no tiene lugar en ninguna parte de nuestra sociedad, y es responsabilidad de cada uno de nosotros actuar para erradicarla. La violencia que enfrentan las mujeres no es solo un problema privado, sino una cuestión pública que exige un compromiso constante y firme para cambiar las estructuras que perpetúan la desigualdad y la discriminación.
Hoy, más que nunca, el 25 de noviembre es un día de resistencia, memoria y esperanza, un llamado a no bajar los brazos hasta lograr una sociedad en la que todas las mujeres vivan libres de violencia.
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