
A esta altura del año, las discusiones sobre la Hidrovía vuelven a cobrar protagonismo. En este caso, el gobierno nacional ha lanzado una nueva licitación para privatizar lo que se considera la “autopista” natural de Argentina: el río Paraná. Un gran corredor que conecta al país con el mundo entero. Frente a esta iniciativa, se alzan diversas voces que defienden el río, no solo como una vía de transporte, sino como un recurso vital para las comunidades ribereñas.
En respuesta a la privatización de la Hidrovía, un grupo de navegantes se embarcó en una travesía a la que han denominado «Remar contra corriente: por el agua, la vida y la soberanía». Esta campaña comenzó el 1 de marzo en Clorinda, Formosa, y tiene como objetivo recorrer 1200 kilómetros en 22 días, con paradas en 25 localidades para encuentros con las comunidades. El destino final será Rosario, donde llegarán el próximo 22 de marzo, después de haber navegado por las aguas del Paraná, el Paraguay y sus afluentes.
El trayecto, cargado de simbolismo y acción, no solo está compuesto por deportistas y activistas, sino por un conjunto diverso de organizaciones, sindicatos, movimientos culturales y políticos, todos unidos por una causa común: la defensa del Paraná. En el recorrido, las embarcaciones incluyen a figuras destacadas como Luis «Cosita» Romero y Raúl Rocco, quienes hace 28 años lograron frenar la construcción de una gran represa en el río Paraná. Hoy, ellos y más de 170 organizaciones se han unido nuevamente para frenar el nuevo ataque privatizador que se avecina.
Una de las problemáticas clave es la privatización del río para fines comerciales, sin considerar su importancia ambiental, social y cultural. Las comunidades que habitan a orillas del Paraná dependen del agua del río para su consumo diario, ya que en algunas localidades las napas están contaminadas con altos niveles de arsénico. De prosperar el dragado y las medidas asociadas con la privatización, los impactos sobre la calidad del agua y el acceso a los recursos hídricos serían devastadores.
El dragado del Paraná, en particular, genera preocupación entre las comunidades ribereñas. En la ciudad de Victoria, Entre Ríos, por ejemplo, la emergencia hídrica es cada vez más grave. Con una población de 35,000 habitantes, la ciudad depende del agua del río para su abastecimiento. Sin embargo, el dragado y la sedimentación de las bocas de los ríos están provocando una disminución en la disponibilidad de agua. Si la profundización de la Hidrovía se concreta, la situación podría volverse insostenible. Además de las comunidades urbanas, los pescadores y los agricultores también están en riesgo, ya que la actividad económica en la región depende en gran medida de la salud del río.
En el caso de Victoria, el dragado podría profundizarse hasta los 44 pies, lo que algunos consideran innecesario, dado que solo un pequeño número de barcos utiliza el puerto de Santa Fe. Este tipo de proyectos, que requieren una gran inversión, se perciben como una amenaza directa a los recursos naturales y a la calidad de vida de las comunidades ribereñas.
En su recorrido, las embarcaciones de la campaña «Remar contra corriente» están acompañadas de actividades culturales, religiosas y ambientales. Entre las embarcaciones que participan, hay canoístas, kayakistas y deportistas de diversas partes del país, como los de la Escuela de Canotaje de Barranqueras, en Chaco. Además, la causa ha encontrado eco en comunidades rurales, que entienden que no solo el agua es un derecho, sino que también es parte de su identidad y forma de vida.
Así, mientras la travesía avanza hacia Rosario, la defensa del Paraná se convierte en una causa más grande que la simple oposición a la privatización. Es un llamado a proteger un recurso vital para el sustento de miles de familias que dependen de él, y un recordatorio de que el río no solo debe ser considerado una vía de transporte, sino un bien común que debe ser preservado.
El 22 de marzo, en Rosario, la lucha alcanzará un nuevo punto culminante, cuando la comunidad se reúna para alzar la voz y recordar que «la patria no se vende, el Paraná se defiende». La movilización continúa creciendo, y con ella, el compromiso de cada vez más argentinos de salvar al río Paraná, un símbolo de la naturaleza, la cultura y la soberanía nacional.
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